“Nos estamos viendo reflejados con
lo que pasa en nuestro interior,
pero sin poder aceptarlo”
J.
Explotación,
exclusión, consumo y violencia, son las inercias del sistema. ¿Cómo
llegamos aquí? Sencillo, no nos dimos cuenta. Hubo quienes señalaron los
focos rojos, pero no quisimos escuchar. Porque nos dijeron que esto era
el progreso, que así íbamos a ser felices, a estar bien, a tener todo
lo que quisiéramos.
¿Somos felices? ¿Estamos bien? ¿Tenemos todo lo que queremos?
¿Necesitamos todo lo que queremos?
A nivel individual, cada quien se lo contesta.
El
diagnóstico social es claro. Aglutina el sentir de la mayoría, esa
mayoría no favorecida por el progreso desigual. Vivimos el
recrudecimiento de la pobreza, más exclusión, explotación, consumismo y
violencia. La peor de esas violencias es la estructural, generada por el
gobierno y sus instituciones. La violencia que vemos en las calles es
causada por la violencia estructural.
Y adivinen qué: Nosotros elegimos, permitimos y mantenemos este gobierno.
Hay una gran preocupación que está siendo aprovechada en este momento coyuntural.
Veo
que mucha gente está canalizando su fuerza y eso es algo que se ha dado
en muchas ocasiones, no sólo ahora. Que es loable, por supuesto. Pero
podría pasarnos lo mismo que en el 2000, cuando mucha gente optó por un
cambio y puso a Fox en los Pinos. No se trata de cambiar por cambiar, se
necesita definir la orientación y la visión del cambio.
Mientras
la fuerza se oriente a lo superficial y no a la transformación profunda
y paulatina, no habrá cambios. Mientras la visión sea a corto plazo,
tipo "votando salvamos a México", "Apoyando a X salvamos a México"
tampoco se va a lograr nada.
¿A
qué aspira la vía electoral? ¿A un sistema capitalista de explotación
más buena ondita que te permita aspirar a un poquitito más y no te
aniquile tan rápido?
¿A
crear y reformar leyes que se quedan en buenas intenciones porque la
impartición de justicia es otro más de los negocios de la clase
política?
Y
no, no estoy diciendo que " mi revolución es mejor que la tuya" porque
ni siquiera se le puede llamar revolución a ir a votar o ir a vigilar
las urnas. Eso es mantener el statu quo, privilegiar a un grupo
político, y luego a otro, y luego a otro a ver con cuál nos va menos
mal.
Quienes
piensen que sigue siendo indispensable votar, que voten, pero me parece
estéril depositar expectativas en ello. Las estructuras verticales por
definición implican el beneficio de unos sobre el de otros.
La
revolución implica abrir los ojos, cambiar nosotros y construir un
cambio. Romper con las inercias del sistema no es una tarea fácil,
implica visibilizar paradigmas y comenzar a deslindarse de ellos, dejar
atrás nuestras vidas de consumo y procuración de lo individual.
Porque, si no eres capaz de cambiar tú ¿cómo vas a generar cambio social?
El
cambio viene desde cada uno y se hace todos los días. Por eso el cambio
es desde abajo. Los cambios profundos serán paulatinos en la medida que
como pueblo abramos los ojos y digamos ya basta a la clase política, a
las instituciones corruptas donde se ubican, que dejemos de ceder el
poder y desentendernos de lo que hagan con él, incluso cuando con ello
nos perjudiquen.
Implica
aceptar errores, aceptar si somos injustos, ególatras, discriminadores
desde las acciones y desde el uso que se da al lenguaje.
Implica
evaluar qué papel se juega dentro de la lógica del consumo
desenfrenado. Porque no se trata de prescindir de los beneficios
funcionales de la ciencia y la tecnología, sino de entender que son
herramientas y no fines, que deben servir para el bienestar y para
acercarnos, no para generar más desigualdades.
Implica
analizar cuáles son los valores que nos mueven: ¿Soy respetuoso? ¿Soy
solidario? ¿Soy incluyente? ¿Soy justo? ¿Cuido mi cuerpo? ¿Cuido mi
espacio vital? ¿Mantengo mi dignidad? ¿Comparto mi conocimiento?
¿Contribuyo al bienestar de los demás?
En
la medida que logremos posicionarnos como actores sociales vinculados a
otros, que conforman células, organizaciones o instituciones [las que
sean, las que podamos crear, las que podamos rescatar] con objetivos
comunes; con estructuras horizontales que permitan tomar decisiones
consensuadas, donde no se impongan intereses de grupos y con autonomía,
entendida ésta como la posibilidad de gobernarse desde lo interno y lo
local, sin que esto signifique deslindarse de lo global, entonces
lograremos los cambios. No necesitamos ser iguales, necesitamos ser
igualitarios. No necesitamos elegir quien nos gobierne, necesitamos
aprender a construir gobierno.
Esa es la revolución que tendríamos que hacer si queremos dejar de ser islas.